Lang, un detective fracasado que arrastra sus días en vacíos escarceos amorosos, recibe con sorpresa una invitación del marqués de Catedral para asistir a una fiesta en su mansión con motivo de la inauguración del edificio Alanka, sede de su última y más ambiciosa aventura empresarial. Allí, además de la correspondiente élite social propia de tales acontecimientos, coincide con conocidos suyos que también ignoran el motivo por el que han sido invitados.La velada queda abruptamente interrumpida cuando uno de los presentes aparece muerto en el jardín con evidentes signos de violencia.
El azar y las circunstancias unirán a Lang a un extravagante grupo de personas y juntos se verán empujados a resolver un enigma que los llevará a descubrir algunos secretos de su ciudad más allá de todo lo imaginable. De las azoteas a las alcantarillas, del puerto viejo al distrito financiero, emergerán ante sus ojos fuerzas hasta entonces desconocidas que se alzarán para despertar a la ciudad de su letargo.
Un elogio a la literatura y a su capacidad de penetrar en la naturaleza humana, en el hombre de cada día
Las buenas novelas son las que aciertan a contar historias nuevas y a crear personajes y escenarios que sorprendan e inciten a conocerlos mejor. Ciudad Dormida cumple esta encomienda, y con creces
